(Arequipa, 1932)
Jugó de niño a orillas del Chili, lloró por una
cometa en forma de avión que se le fue volando por Sabandía, aprendió a
madrugar; soñó de joven con cambiar el mundo, escribió su primer poema dedicado
a aquella cometa; trabajó en la Universidad San Agustín durante 31 años, y se
le fue volando la vida; ahora tiene 80 años, se levanta temprano, trota, compra
el pan caliente y no piensa llorar porque un día la cometa salga volando para
siempre. Sus poemas son sencillos, y también sus temas, como la pelota, que
pertenece, junto a la cometa, a la “patria de la niñez” de todos.
La pelota
Poema
Leído por el poeta
Por ella supe cómo es el mundo.
Como un cachorro tierno y brillante
una mañana de navidad llegó hasta mí.
Tenía vida. Me conversaba.
En cada bote viajaba al cielo.
Dormía siempre a mi cabecera
y a media noche me contemplaba.
¡Oh qué partidos los que jugué!
Nunca perdí con mi pelota.
En aquel tiempo, de madrugada,
mis compañeros me despertaban,
salía entonces dando mil botes, volaba al cielo
y antes que el sol
nos alumbraba.
Pelota mía ¡oh mundo mío
de aquel entonces!
de tu esplendor sólo me queda
tu vuelo al cielo,
de tu esplendor sólo me queda
un viaje largo,
una partida.
Pelota mía, pequeña tierra
deshabitada de mi gran juego,
aún recuerdo aquel día oscuro
que te lancé hasta las nubes
y tú no bajaste
para contarme cómo es el vuelo
¡y te quedaste con las estrellas!
Aún recuerdo mi primer llanto,
mi primer canto. Mi amor perdido.
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El diablo en la Catedral
Recitado por el poeta
Los rasgos de su rostro son precisos
y pertenece a la raza blanca
desde este punto de vista
un racista diría que es perfecto.
Bien rasurado
su pelo largo está a la moda
y su edad indefinible lo pone siempre joven.
¿Que hace el demonio en esta catedral
en medio de tanta santidad
y enroscado al pie del púlpito
como una lengua larga
que ha agotado sus sermones?
¿Acaso su presencia es un mensaje críptico
con resonancias de parábola?
Debe haber un poco más de respeto por el diablo
él es también Dios pero del otro bando
y estuvo a punto de la captura del poder.
Se supone que viene del infierno
por eso su cuerpo esta tostado
aunque en el fondo es tan claro
como cualquier divinidad de esta iglesia.
Me da mucha pena
este pobre diablo importado de París
al que le pesa mucho el corazón
porque se nota que está sufriendo de verdad
y no como las caras de los mártires
que parecen gozar
con un dolor profesional en sus altares
sobre todo cuando se sienten observados
o cuando se echan al vuelo las campanas.
Por lo demás es igual a cualquiera de nosotros
y si bien tiene cola y alas remotas de vampiro
se podría pensar que es un asunto mitológico.
Hace tanto tiempo de su célebre motín
que ya olvidó por qué tiene cachos
vuelo frustrado y alma de dragón.
Su boca entreabierta
está a punto de una atroz revelación
y su mirada fija como la de los agónicos
atormentan sin pausa el más allá.
Debe tener un problema de angustia existencial
pues a este templo
entran más a verlo a él que a Dios.
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En mi patria de niñez
Recitado por el poeta
En mi patria de niñez,
en el tiempo en que los dulces
se derretían en mis manos,
en Arequipa, fanal de un cielo legendario,
ciudad rodeada de altura y de horizonte,
calles mías sin asfalto
en cuyas piedras me rompía las rodillas,
casa mía con ventanas que fueron mis primeros ojos,
sauces hoy segados
y que en cada rendija ocultaron para siempre
el pequeño mapa del tesoro de mi infancia.
Mi niñez fue un overol de remiendos maternos
azulado por añeja tristeza,
un trompo que se partió en dos
sin haber cumplido su misión de remoler,
una cometa que no pude controlar
y cuyos restos vuelan todavía.
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