Percy Gibson
Arequipa, 1885-1960
Era
descendiente de inmigrantes alemanes –rubio, culto, con fortuna–; pero amaba como pocos a la Ciudad Blanca, la tradicional
y criolla. Cantaba la bella paz de la vida campesina, usaba en sus versos la
jerga local, saboreaba la comida picantera y apreciaba la música popular. Todo
esto sin grandilocuencia, como Atahualpa Rodríguez, sino con cierto humor un
poco picante. Es autor de la letra del vals “Melgar”, al que Benigno Ballón
Farfán le puso música, convirtiéndolo en el himno popular de los arequipeños.
Melgar
Poesía cantada
puro sol, montanas de mi lar
donde nací, en donde me crie
para amar
Aquí dejo mis sueños,
aquí dejo mi amor,
aquí dejo mi sueno,
aquí dejo mi amor,
aquí dejo mis lagrimas,
de eterno desconsuelo,
porque mi estrella triste fue cruel.
Silvia adiós, ya perdida
la esperanza de tu amor mi fe
al partir por mi patria sometida
y por ti mi bien,
voy adiós, voy adiós, adiós, adiós.
Sonó el clarín, voy hacia allá
a defender mi patria
mi adorada Silvia, mi amor,
sonó el clarín vamos alli,
Oh Patria por ti morir quiero
yo y todos con honor.
Oh Arequipa, ciudad de mis ensueños,
coloso Misti, guardián de mi ciudad,
ansió libertad y amor,
amor y libertad señor.
Arequepay
Recitado por Giuliana Murgia
Cerros con
poncho cuidan los maizales
y las papas;
las cholas cordilleras
recogen en sus
rústicas polleras
de andenes los productos ancestrales.
Nace una nueva
Era con las eras
en un rubio
Evangelio de trigales,
y una blanca
invasión de occidentales
levanta la ciudad de sus canteras.
El Padre Sol
autóctono del Inca
recibe en paz
a los conquistadores
y al Padre Nuestro, y las rodillas hinca.
Mientras arde
la Iglesia en resplandores
del
Coricancha, el Nazareno finca
la aldea de sillares y pastores.
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